¿Cómo se arranca un texto sobre el amor? Podría empezarlo con un fragmento de un cuento que tengo en el tintero: […] ¿alguna vez sentiste lo que es perder a alguien? Le gritó a su madre lanzándose a un abismo de respuestas desiertas y devolviéndose a ese mar siniestro de calamidades en el que venia naufragando insalubremente durante los últimos tres días […]. Quizás podría arrancarlo con una frase que se me ocurrió ayer pasando por la puerta del Hospital Sant Pau “amar es desear a alguien mas que a los propios deseos”. Tampoco importa tanto el inicio, pues el orden de los factores no altera el producto, si ni siquiera tengo bien en claro cómo es que se inició todo esto. Quiero decir, tengo presente la cronología de los hechos y puedo ir recorriendo uno a uno cada momento, pero ¿y si todo se venía ya pre digitando desde algún lugar incierto? ¿Y si todo comenzó allá por el 2017 cuando decidí hacerme cargo de mis miedos? ¿Qué contabilizo como principio si siento que nos conocemos desde otros tiempos y solo llevábamos varios años sin saberlo?
No tengo la más remota idea de cómo acabará todo esto. En algunas horas nos volvemos a encontrar y pasados unos días llega el final. Será en Barcelona, mi nueva ciudad, en la cual me siento propio y ajeno. Ahora mismo estoy sentado en la cima de los Bunkers y pienso en la cómica coincidencia de que un sitio con este nombre sea ahora mi lugar.
Es mi séptimo día en París. Se pasó volando, mierda. Me quedan aún dos días, pero siento que no bastarán para encontrar el tesoro que busco: la esencia de la ciudad. Tercera visita sin éxito, pienso. El 30 de diciembre me había comprometido a dejar el apartamento de los amigos de mi prima Nina, en el barrio de Bercy, el XII arrondisement. Vengo de un viaje largo, no en términos nominales, pero sí en cuanto a intensidad y agotamiento.
Como comentaba en el post de comidas y cervezas en barcelona, prefiero ahorrar un poquito en comida y disfrutar de las mejores cervezas locales. En París, la fórmula se retoca un poco y se le suma el factor vinos. Como sea, hay opciones baratas para comer y, secreto a voces, podemos seguir la costumbre local de pedir una carafe d´eau (jarra de agua de la canilla, potable en todo Francia) para amortizar costos.
Como ya comenté en mi post sobre Paris, esta ciudad me fascina…el solo hecho de estar ahí me produce cosas inigualables. Más allá de toda subjetividad, Paris es una ciudad inmensa y llena de atracciones, curiosidades, secretos y escondites. Una ciudad súper comunicada, con una red de metro impresionante (de las más extensas creo), pero que yo personalmente recomiendo disfrutar en lo posible a pie para no perderse nada y disfrutar cada detalle.
Domingo 11 de Febrero. Partía hacia mi gran debilidad: París. En este viaje me moví básicamente en aviones low-cost, pero mi llegada triunfal a París tenía que ser en tren. Quería sentir esa mezcla de adrenalina y ansiedad de acercarme a mi ciudad de origen platónico a través de la ventanilla de un ferrocarril, ese noble vehículo donde florecen los sueños y las ilusiones.
Generalmente, cuando escuchamos o leemos la palabra «romántico» la asociamos directamente al amor. Y cuando se nos viene «amor» a la cabeza, solemos pensar en un tercero. Sea persona, animal, objeto, la cuestión es que extirpamos de nuestro –yo– todo ese conjunto de sentimientos que se relacionan con lo romántico.
Young & Happy Hostel
¿Qué decir? La primer noche la pasé buscando decididamente otros lugares para hospedarse. Pero después todo se volvió más ameno y me quedé.